GNOSIS
INTERCAMBIO MAGNÉTICO
POR: SAMAEL AUN WEOR
En Cópula Química, en el Coito Metafísico, durante el
Sahaja Maithuna, se experimenta la máxima sensación erótica a los cinco
minutos.
Flamas dinámicas magnéticas, como ondeante mar de gas
rojo purpúreo, terriblemente divino, rodean a la pareja durante el trance
sexual.
Tremendo instante es ese en que las corrientes
masculinas intentan unirse con las femeninas.
Con la pausa magnética creadora se establecen ritmos
sexuales armónicos y coordinados entre el hombre y la mujer.
Tal pausa contiene en sí misma dos factores básicos:
a) Determinado período de tiempo inteligente y
voluntariamente establecido entre cópula y cópula.
b) Gozo prolongado del coito metafísico, sin orgasmo,
espasmo y sin pérdida del licor seminal.
Para que el intercambio de las fuerzas magnéticas sea
profundo, edificante y esencialmente dignificante, es urgente que los más
importantes centros del cuerpo hagan contacto en forma armónica y tranquila.
El clítoris, que se halla encajado entre ambos labios
pequeños de la vulva, representa el punto más sensible del organismo femenino.
Cualquier clarividente iluminado podrá percibir las
fuerzas centrífugas magnéticas que inician su marcha desde el clítoris.
Es pues, el clítoris, el punto centrífugo magnético
que provee el aura de la mujer de convenientes corrientes de energía.
Empero, nosotros debemos estudiar todo esto no en
forma parcial sino total; sería absurdo suponer que el clítoris, que se
encuentra ante la salida de la vagina separado de ésta por el canal conductor
de la uretra sea el único portador y generador de la superior sensación para el
sexo femenino.
Debemos pensar y comprender que también el Útero y
partes aisladas del interior de la vagina pueden ser portadoras y generadoras
de la máxima sensación sexual.
Es incuestionable que el tejido cavernoso y los
corpúsculos terminales se encuentran en el clítoris.
Sin tales tejidos y corpúsculos la idoneidad
fisiológica femenina y la posibilidad de alcanzar la máxima sensación sexual
quedarían excluidas.
Tras el contacto con el varón, el clítoris provisto de
cuerpos cavernosos entra en erección lo mismo que el Phalo masculino,
inflamándose al par.
En ese instante extraordinario en que también se
hinchan los cuerpos cavernosos en la región de los labios de la vulva, la
entrada de la vagina se reviste de una especie de acolchado esponjoso que
envuelve maravillosamente al Phalo masculino.
Cuanto más se humedece ahora la entrada de la vagina
por la secreción glandular, tanto mayor es la posibilidad de llevar los finos
condensadores magnéticos que allí se encuentran ubicados, a una afinidad
eléctrica con el Phalo, que en la organización de tensión del cuerpo humano
representa por decirlo así, el emisor primario de energía, para intercambiar
una corriente alterna físico-psíquica.
El sabio Waldemar dice: “No lo olvidemos; nuestro
cuerpo será invariablemente tanto más completo cuanto más desarrollado y bajo
control consciente se halle el sistema nervioso simpático”.
“Cuando el hombre y la mujer, con el mínimo posible de
movimientos, es decir, solo con los que son necesarios para el mantenimiento y
prolongación del contacto, hacen de la unión sexual también una unión psíquica,
solo entonces se procurará la oportunidad de que sean cargados de electricidad
los ganglios cerebro-espinales que se hallan ligados a la glándula pineal, la
soberana del cuerpo, y además también al Plexo Solar (Plexus Coeliacus) con los
numerosos plexos radiadores para el hígado, intestino, riñones y bazo”.
El abominable espasmo sexual es ciertamente un corto
circuito que viene a descargarnos espantosamente; por ello debemos evitarlo
siempre.
“La fuerza maravillosa de OD se halla especificada en
los diversos órganos en calidad diversa; así, el mejor y más fecundo intercambio
magnético creador se fundamenta en el siguiente procedimiento revolucionario:
el lado del corazón del varón reposa al lado derecho de la fémina, uniéndose su
mano izquierda con la derecha de ella y estableciendo contacto su pie derecho
con el izquierdo de la mujer”.
“Los órganos sexuales pueden entonces dedicarse a una
tarea a la que con harta frecuencia son sustraídos, o sea a servir al principio
físico de la asimilación y depuración de la materia, primariamente mediante la
actuación sobre el plexo situado debajo del diafragma (parte ventral del
sistema nervioso simpático), lo que es imprescindiblemente necesario como base
para el desarrollo de la sensación más refinada”.
samael aun weor
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